Es fundamental, luego del nacimiento, favorecer el contacto piel a piel y la lactancia temprana. El pezón y la aréola, por el efecto de la oxitocina, aumentan su tamaño en el momento del parto, facilitando así la prendida al pecho. A su vez, después del nacimiento, el bebé se encuentra en un estado de alerta, lo que facilita la prendida y hace que sea más efectiva.
Los primeros días después del nacimiento, tus pechos producirán calostro, de gran valor nutritivo y anti-infeccioso. A partir del tercer día -aunque puede demorar más- observarás la bajada de leche.
Cuando baja la leche, los pechos pueden sentirse tensos, calientes y doloridos. Es aconsejable que, previo a la prendida del bebé, te realices masajes en forma circular en las mamas como si fuera un rodillo y ablandes la aréola por medio de extracción manual. Así evitarás que al momento de la prendida al bebé se le suelte el pecho por estar muy turgente. Si luego de la mamada aún continúan llenos, alivialos nuevamente con extracción manual y fomentos fríos.
Los primeros días hasta que baje la leche, es importante poner al bebé al pecho todas las veces que sea posible, amamantándolo frecuentemente. Algunos niños comen hasta 10 a 12 veces por día. A medida que el bebé crece se ajustan los horarios tanto de la demanda como de la producción de leche a una frecuencia de cada tres o cuatro horas en el día y una o dos veces en la noche.
El estímulo más importante para favorecer la bajada de leche es la succión de tu bebé, ya que cada vez que es puesto al pecho tu cuerpo libera hormonas que desencadenan la producción y expulsión de leche. Este reflejo puede ser inhibido por ansiedad, miedo o dolor. Por eso es muy importante que estés cómoda y relajada cuando vayas a amamantar.
El tiempo de duración de cada mamada puede variar y debe ser flexible. Dejá que tome del primer pecho hasta que la succión empiece a ser más lenta y del segundo hasta que esté satisfecho. La mayoría de los bebés maman de 10 a 20 minutos por lado.
La alternancia de los dos pechos en cada toma (comenzando por el último del cual el bebé succionó en la toma anterior) favorece el mejor vaciado de las mamas y permite que ambas reciban similar estímulo.
Es conveniente que el niño vacíe una mama antes de ofrecerle la otra, de modo que reciba la leche del final que tiene un mayor contenido de grasa. No es infrecuente que el niño mame solo de una mama cada vez.
Sostené a tu bebé con un brazo. Con la mano libre tomá tu pecho con el pulgar por encima de la aréola y con los otros dos dedos por debajo de la mama para ofrecérselo a tu bebé.
Asegurate que los labios abarquen la mayor parte de la aréola. Esto permite una succión más eficaz, mayor extracción de leche y evita que se lastime tu pezón. Para retirarlo del pecho: introducí suavemente un dedo en la comisura de sus labios y separá la mandíbula para evitar que tu pezón se lastime.
El final de la Licencia por Maternidad suele ocurrir a una edad del niño en la cual la lactancia materna sigue siendo muy importante. La Organización Mundial de la Salud, UNICEF y el Ministerio de Salud de la Nación recomiendan que la misma sea exclusiva hasta los 6 meses de vida y continúe luego complementada con alimentos adecuados.
Por este motivo, en Argentina, el Art. 179 de la Ley de Contrato de Trabajo (N° 20.744 y sus modificatorias) garantiza que: “Toda trabajadora madre de lactante podrá disponer de dos (2) descansos de media hora para amamantar a su hijo, en el transcurso de la jornada de trabajo, y por un período no superior a un (1) año posterior a la fecha del nacimiento, salvo que por razones médicas sea necesario que la madre amamante a su hijo por un lapso más prolongado”.
Si bien algunos trabajos pueden ser realizados en las casas o cerca del domicilio, aprovechando al máximo la hora o las dos media hora en muchos casos esto no es posible.
Si la madre realiza su jornada laboral lejos de su casa Para estas situaciones, el Ministerio de Salud de la Nación promueve la creación de un Espacio Amigo de la Lactancia en todos aquellos ámbitos laborales donde se desempeñen 20 o más mujeres en edad fértil.
En el Espacio Amigo de la Lactancia las madres pueden extraer y conservar su leche para que luego sea administrada al bebé por la persona a cargo de su cuidado. Por otro lado, la extracción evita la congestión mamaria y garantiza la producción de leche.
Luego de hacer la extracción:
Si extraés leche más de una vez por día, podés colocar cada extracción en un envase esterilizado y guardarla en la heladera. Al cabo de 24 horas volcá todas las extracciones en un único recipiente, rotulá y guardá en el freezer.
La leche puede conservarse:
Lo más conveniente es sacar la leche del congelador o freezer la noche anterior y guardar en la heladera. Debe ser usada dentro de las 24 horas de retirada y lo que el bebé no tomé, luego de ese tiempo, deberá descartarse. Una vez descongelada debe agitarse suavemente para lograr que sea homogénea. Solamente, si se necesita en forma inmediata, descongelarla bajo un chorro de agua caliente o dejándola unos minutos dentro de un recipiente con agua, sólo para descongelarla y alcanzar temperatura ambiente.
No usar microondas ni calentar en fuego directo.