¿Qué es el accidente cerebro vascular?

Cuando hablamos de un ACV, nos referimos a una lesión cerebral causada por una alteración en el flujo de sangre que llega al cerebro a través de las arterias. Existen dos tipos principales de ACV: El más frecuente (80% de los casos) se denomina ACV isquémico. Cuando el problema en las arterias que llevan la sangre al cerebro es la interrupción del flujo sanguíneo, las distintas áreas del sistema nervioso quedan sin el aporte de nutrientes que trae la sangre, principalmente oxígeno, fundamental para la respiración de la neurona. El tejido cerebral necesita oxígeno constantemente, y luego de 3 a 4 minutos de la interrupción del flujo sanguíneo se produce lo que se denomina infarto celular y muerte de la neurona. El flujo de sangre es interrumpido en general por un trombo sanguíneo (coágulo) que se produce en la pared de la arteria o dentro del corazón y llega a una arteria con la sangre, hasta que impacta en una arteria de menor grosor y produce la interrupción del flujo (émbolo). El segundo tipo de ACV se denomina hemorrágico. La hipertensión arterial de años de evolución produce alteraciones en las arterias cerebrales y las vuelve más proclives a su ruptura. En otras situaciones, una persona puede tener agrandamientos anormales (dilatación localizada) de las arterias cerebrales llamados aneurismas. La ruptura de las arterias, o de los aneurismas, hace que la sangre que circula dentro de ellas se filtre hacia afuera, formando un hematoma dentro del cerebro, o una capa de sangre, que cubre la corteza cerebral.

En cualquiera de los dos casos, la isquemia (falta de oxígeno), o el sangrado, llevan a un cese de la función neuronal en la zona del ACV. Dependiendo del tamaño de la lesión y su localización, el paciente puede presentar diferentes síntomas.

¿Cuáles son los síntomas que pueden aparecer en un ACV?

Los síntomas de un ACV son siempre de inicio repentino, súbito. El paciente puede presentar falta de fuerza, torpeza o falta de sensibilidad de la mitad de la cara, un brazo, una pierna o toda una mitad del cuerpo. También puede presentar dificultad o incluso imposibilidad para hablar, escribir o para comprender lo que se le dice, o lo que intenta leer. En otras ocasiones se observan trastornos del equilibrio y la coordinación, mareos, dolor de cabeza, náuseas y vómitos, o trastornos visuales.

¿Qué se debe hacer frente a la aparición de estos síntomas?

Tan sólo la sospecha de ACV es una emergencia médica. Frente a síntomas sugestivos de ACV, el paciente o sus familiares deben buscar atención médica urgente mediante el servicio de emergencias. No se deben desestimar estos síntomas, o atribuirlos a un “pico de presión” o por estar “nervioso”. Es importante tener en cuenta que las neuronas tienen poco tiempo para ser salvadas, y una vez que dejan de funcionar el daño es irreversible.

¿Existe tratamiento para el ACV?

Sí, por supuesto. Existen Diferentes tratamientos para las distintas etapas del ACV y según las características del paciente. Lo más importante al inicio de los síntomas es la consulta de emergencia, sin perder un solo minuto. Esto se debe a que algunos pacientes con ACV isquémicos pueden recibir, en los primeros minutos del inicio de los síntomas, una medicación que intentará resolver la obstrucción de la arteria para normalizar el flujo sanguíneo y devolverle el oxígeno y demás nutrientes a las neuronas. Esta medicación pueden recibirla sólo algunos pacientes, dependiendo de los antecedentes propios, de las características del ACV y del tiempo transcurrido, pero esa decisión la debe tomar el clínico o el neurólogo de emergencia.

¿Se puede prevenir el ACV?

Existen características de las personas o alteraciones metabólicas que representan factores de riesgo. Los hombres y las personas mayores tienen más riesgo. Pero existen además factores de riesgo para ACV que son modificables y son aquellos a los que tenemos que apuntar para la prevención.
La diabetes, la hipertensión arterial, el tabaquismo, los valores altos de colesterol, la falta de actividad física y la obesidad, entre otros, son los factores de riesgo a controlar periódicamente. Una dieta saludable, actividad física de rutina, dejar de fumar, controlar el peso y los niveles de azúcar y colesterol en sangre, mantener valores normales de presión arterial, son las claves para una vida más saludable y la mejor forma de prevenir el ACV.

Dr. Pablo Lopéz*

*El Dr. Pablo López es médico especialista en neurología.
Se desempeña además como Coordinador Médico del Swiss Medical Center Microcentro.